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31/7/14
16/7/14
La Inteligencia del Estomago...Digestión Emocional
La inteligencia del estómago Lo que mi estomago no traga se vuelve en mi contra!!!
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Tenemos un "estado microbiano" inteligente con sus reglas y divisiones sociales en las entrañas.
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¿Mi estómago es inteligente?
Absolutamente, es una red extensa de neuronas (100 millones) interconectadas.
¿Un segundo cerebro?
Sí, su estructura neuronal posee la capacidad
de producir y liberar los mismos neurotransmisores,
hormonas y moléculas químicas que produce el cerebro superior.
¿Mi barriga tiene emociones?
En nuestro sistema digestivo se produce y
almacena el 90% de la serotonina de nuestro cuerpo;
su función es esencial: absorción, aporte nutricional y movimientos musculares. Es la misma serotonina que en un 10% se crea en nuestro cerebro superior y de la que depende nuestro bienestar.
¿La famosa hormona de la felicidad la tenemos en el estómago?
Sí, por eso debemos escuchar más al sistema digestivo. De cómo sintamos nuestras tripas
depende nuestro ánimo.
¿Desde la digestión podemos influir en nuestras emociones?
Hay una relación continua de intercambio de
información entre los dos cerebros.
Un ejemplo: un estreñimiento crónico puede suponer una falta de serotonina, nos convierte en pesimistas y baja la libido.
Entonces, si cuidas tu estómago puedes mejorar tu estado de ánimo.
Absolutamente. Si empiezas a reconectar,
sentir, entender lo que te sienta mal,
ser consciente de lo que comes y cómo, en quince días notas un cambio. La gente que escucha sus tripas, se hace masajes y sabe comer, transmite más equilibrio, comprensión, paciencia y son más intuitivos.
¿...?
Si mimamos y relajamos el abdomen nuestras
neuronas estomacales producen benzodiazepinas,
las moléculas que usamos como ansiolíticos para relajar e inducir el sueño y para descontracturar músculos.
¿Y si no lo relajamos?
Hay muchas sustancias químicas que nosotros
producimos y que si no somos capaces de liberar,
manifestamos depresión, ansiedad o cansancio crónico.
Pues dígame como liberarlas.
Empezando con pequeños cambios: comer bien y
con paz. Ir al baño sin prisa, unos 15 minutos.
Nuestro intestino se mueve un centímetro al minuto, es una ola de movimiento muscular lenta, tranquila y equilibrada, hay que respetarlo.
Del sistema digestivo también depende nuestra piel.
Nuestro sistema digestivo representa el 70% de
las defensas. Si uno come mal,
tiene mucho estreñimiento o gastroenteritis, infecciones, o toma muchos antibióticos, se trastorna todo el tráfico, es decir la función de filtrar, defender, eliminar y absorber.
Entiendo.
Cuando este sistema depurativo, el más grande
del cuerpo, funciona mal, otro órgano,
como la piel, coge su función. Las consecuencias son dermatitis, psoriasis, acné, piel atópica, manchas... síntomas cuyo origen en un 80% es intoxicación interna.
¿Alimentarse mal envejece?
Hay una conexión directa entre el
envejecimiento precoz y procesos degenerativos
tanto de piel y articulaciones con la salud del estómago.
¿Con qué en concreto?
Ya lo estudió Iliá Mechnikov, premio Nobel de
Fisiología y Medicina en 1908,
la fermentación pútrida en el intestino es la razón principal del envejecimiento precoz. Y el estreñimiento y la putrefacción proteica están vinculados al desarrollo del cáncer y a los procesos degenerativos sistémicos prematuros.
¿Tiene arreglo?
Si la célula esta bien nutrida e hidratada y
mantiene adecuadamente el proceso
de eliminación y desactivación de las toxinas y de los radicales libres, puede estar joven y activa durante mucho tiempo.
De la entrevista a I. Matveikova por I. Sanchís publicada en el periódico La Vanguardia
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15/7/14
Percibir
Percibir no
es representar, sino acceder al mundo, al ser; es la condición de
efectividad
de toda relación del Ser y del mundo, ya que no poseemos otra verdad que la que
la percepción nos proporciona. Podemos entender la percepción como un juego de
espejos: ver al mundo como algo dado en la percepción y viceversa. Es un acontecimiento
intracarnal y no una acción subjetiva. “No somos nosotros quienes percibimos,
es la cosa la que se percibe ahí”
Antes que
abarcar el mundo con el pensamiento, lo hago con mi sensibilidad,
con mi
corporalidad. Tocar no es un acceso exterior a la cosa, es más bien, una
manera de
introducirse a ella. Estoy en con-tacto con el mundo.
Hay dos
hojas intercaladas: la de mi cuerpo y la del mundo. Toco las cosas y al
tocarlas, me tocan.
Mi cuerpo
modelo de las cosas y las cosas modelo de mi cuerpo: el cuerpo atado
por todas partes al mundo, pegado a él; todo eso significa: el mundo, la
carne, no como hecho o suma de hechos, sino como lugar de una inscripción
de verdad.
El cuerpo es
aquello que tengo para ir al corazón de las cosas; me convierto en mundo y las
convierto a ellas en carne. Nadie mejor que el cuerpo puede llevarnos a las
cosas mismas. La cosa: ser de dimensiones, como mi cuerpo; inaccesibles a un sujeto
que las domine desde lo alto. Hablar de la Carne no es algo así como hablar de una
antropología, no se trata de describir un mundo que está tapizado con nuestras proyecciones;
se quiere decir más bien que el ser-carnal es “prototipo del Ser.”
La Carne es
propiedad física tanto de mi cuerpo como de las cosas; por ello me coloco
entre las cosas que toco y en cierto sentido me convierto en una de ellas: en
un ser tangible-tangente; por este cruce me inscribo en el mismo mapa de las cosas:
formo parte de la geografía del mundo; me incorporo a su universo. Cosas y cuerpo:
ambos sistemas aplicados uno a otro “como las dos mitades de una naranja.”
Decir que
nuestro cuerpo es carne es darle el verdadero estatuto mundanal que debe
tener. Ser carnal es ser terrenal y mirar sólo las cosas del mundo, es también
cebarse en el dolor. Cuerpo que sufre cuando su carne está herida. Dejo de ser
masa de órganos y maquinaria ósea, soy superficie que envuelve la piel, rojo
vivo que duele.
MERLEAU-PONTY,
Maurice.
Lo visible y
lo invisible
. Seix
Barral. Barcelona, 1970, p. 164.
Ibid, p.
170.
Ibid, p.
167.
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