15/7/14

Percibir




Percibir no es representar, sino acceder al mundo, al ser; es la condición de
efectividad de toda relación del Ser y del mundo, ya que no poseemos otra verdad que la que la percepción nos proporciona. Podemos entender la percepción como un juego de espejos: ver al mundo como algo dado en la percepción y viceversa. Es un acontecimiento intracarnal y no una acción subjetiva. “No somos nosotros quienes percibimos, es la cosa la que se percibe ahí”
Antes que abarcar el mundo con el pensamiento, lo hago con mi sensibilidad,
con mi corporalidad. Tocar no es un acceso exterior a la cosa, es más bien, una
manera de introducirse a ella. Estoy en con-tacto con el mundo.
Hay dos hojas intercaladas: la de mi cuerpo y la del mundo. Toco las cosas y al tocarlas, me tocan.
Mi cuerpo modelo de las cosas y las cosas modelo de mi cuerpo: el cuerpo atado por todas partes al mundo, pegado a él; todo eso significa: el mundo, la carne, no como hecho o suma de hechos, sino como lugar de una inscripción de verdad.
El cuerpo es aquello que tengo para ir al corazón de las cosas; me convierto en mundo y las convierto a ellas en carne. Nadie mejor que el cuerpo puede llevarnos a las cosas mismas. La cosa: ser de dimensiones, como mi cuerpo; inaccesibles a un sujeto que las domine desde lo alto. Hablar de la Carne no es algo así como hablar de una antropología, no se trata de describir un mundo que está tapizado con nuestras proyecciones; se quiere decir más bien que el ser-carnal es “prototipo del Ser.”
La Carne es propiedad física tanto de mi cuerpo como de las cosas; por ello me coloco entre las cosas que toco y en cierto sentido me convierto en una de ellas: en un ser tangible-tangente; por este cruce me inscribo en el mismo mapa de las cosas: formo parte de la geografía del mundo; me incorporo a su universo. Cosas y cuerpo: ambos sistemas aplicados uno a otro “como las dos mitades de una naranja.”
Decir que nuestro cuerpo es carne es darle el verdadero estatuto mundanal que debe tener. Ser carnal es ser terrenal y mirar sólo las cosas del mundo, es también cebarse en el dolor. Cuerpo que sufre cuando su carne está herida. Dejo de ser masa de órganos y maquinaria ósea, soy superficie que envuelve la piel, rojo vivo que duele.


MERLEAU-PONTY, Maurice.
Lo visible y lo invisible
. Seix Barral. Barcelona, 1970, p. 164.
Ibid, p. 170.
Ibid, p. 167.







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