16/7/14

La Inteligencia del Estomago...Digestión Emocional

La inteligencia del estómago

Lo que mi estomago no traga se vuelve en mi contra!!!





la inteligencia no està colocada solamente en el cerebro
sino en células distribuidas por todo el cuerpo
candace pert
neuròloga



Tenemos un "estado microbiano" inteligente con sus reglas y divisiones sociales en las entrañas.


¿Mi estómago es inteligente?
Absolutamente, es una red extensa de neuronas (100 millones) interconectadas.
¿Un segundo cerebro?
Sí, su estructura neuronal posee la capacidad de producir y liberar los mismos neurotransmisores,
 hormonas y moléculas químicas que produce el cerebro superior.
¿Mi barriga tiene emociones?
En nuestro sistema digestivo se produce y almacena el 90% de la serotonina de nuestro cuerpo;
su función es esencial: absorción, aporte nutricional y movimientos musculares.
Es la misma serotonina que en un 10% se crea en nuestro cerebro superior y de la que
depende nuestro bienestar.
¿La famosa hormona de la felicidad la tenemos en el estómago?
Sí, por eso debemos escuchar más al sistema digestivo. De cómo sintamos nuestras tripas
depende nuestro ánimo.
¿Desde la digestión podemos influir en nuestras emociones?
Hay una relación continua de intercambio de información entre los dos cerebros.
Un ejemplo: un estreñimiento crónico puede suponer una falta de serotonina,
nos convierte en pesimistas y baja la libido.
Entonces, si cuidas tu estómago puedes mejorar tu estado de ánimo.
Absolutamente. Si empiezas a reconectar, sentir, entender lo que te sienta mal,
ser consciente de lo que comes y cómo, en quince días notas un cambio.
La gente que escucha sus tripas, se hace masajes y sabe comer,
transmite más equilibrio, comprensión, paciencia y son más intuitivos.
¿...?
Si mimamos y relajamos el abdomen nuestras neuronas estomacales producen benzodiazepinas,
 las moléculas que usamos como ansiolíticos para relajar e inducir el sueño
y para descontracturar músculos.
¿Y si no lo relajamos?
Hay muchas sustancias químicas que nosotros producimos y que si no somos capaces de liberar,
 manifestamos depresión, ansiedad o cansancio crónico.
Pues dígame como liberarlas.
Empezando con pequeños cambios: comer bien y con paz. Ir al baño sin prisa, unos 15 minutos.
Nuestro intestino se mueve un centímetro al minuto, es una ola de movimiento muscular lenta,
tranquila y equilibrada, hay que respetarlo.
Del sistema digestivo también depende nuestra piel.
Nuestro sistema digestivo representa el 70% de las defensas. Si uno come mal,
tiene mucho estreñimiento o gastroenteritis, infecciones, o toma muchos antibióticos,
se trastorna todo el tráfico, es decir la función de filtrar, defender, eliminar y absorber.
Entiendo.
Cuando este sistema depurativo, el más grande del cuerpo, funciona mal, otro órgano,
como la piel, coge su función. Las consecuencias son dermatitis, psoriasis, acné,
piel atópica, manchas... síntomas cuyo origen en un 80% es intoxicación interna.
¿Alimentarse mal envejece?
Hay una conexión directa entre el envejecimiento precoz y procesos degenerativos
tanto de piel y articulaciones con la salud del estómago.
¿Con qué en concreto?
Ya lo estudió Iliá Mechnikov, premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1908,
la fermentación pútrida en el intestino es la razón principal del envejecimiento precoz.
Y el estreñimiento y la putrefacción proteica están vinculados al desarrollo del cáncer
y a los procesos degenerativos sistémicos prematuros.
¿Tiene arreglo?
Si la célula esta bien nutrida e hidratada y mantiene adecuadamente el proceso
de eliminación y desactivación de las toxinas y de los radicales libres,
puede estar joven y activa
durante mucho tiempo.

De la entrevista a I. Matveikova por I. Sanchís publicada en el periódico La Vanguardia


Escuchar con el cuerpo




El objetivo de escuchar con el cuerpo es escuchar al que habla percibiendo
al mismo tiempo lo que llega de nuestro cuerpo. 



Cuando realmente escuchamos lo que sentimos en nosotros, 
cambian nuestros procesos internos.
 En las profesiones de asistencia y ayuda, a menudo, preocupa la 
 posibilidad de
 hacerse cargo de forma excesiva del proceso de los pacientes, clientes, etc.
 Obviamente es importante aprender a no dejarse involucrar
 por completo y una de las vías más efectivas para ello es la de
 “estar en el propio cuerpo”. 
Sentir continuamente el propio cuerpo dejando que 
la energía fluya y circule.
Cuando sentimos profundamente nuestro cuerpo, nuestros procesos perceptivos se
afinan muchísimo. Imaginad la diferencia entre escuchar con los ojos cerrados
 una sinfonía y pasar delante de una orquesta mientras vamos de camino a cualquier lado.
 En el primer caso la música pasa a formar parte de vuestro cuerpo
de forma mucho más profunda.
 A menudo, a mis estudiantes de psicoterapia, les digo que cuando
 una cosa sucede en su cuerpo es suya para siempre.
 Escuchar con el cuerpo puede ser un modo para diferenciarse de los demás en
el sentido de que quien escucha con el cuerpo reconoce la propia experiencia interior;
 puede ser un modo de ser más empático, de escuchar más
profundamente y con mayor participación. Para hacer esto es necesario reforzar
 los conceptos sobre quienes somos y en que modo estamos
separados del que estamos escuchando.
Para practicar la escucha con el cuerpo pasad algo de
tiempo en movimiento y respirando,
sintiendo vuestro cuerpo. Cuando os sintáis arraigados en la experiencia física
pedidile a alguien que os hable de algo que para él o ella sea importante.
Cuanto más conmovedora sea la historia más útil será para este ejercicio;
pedidle permiso para continuar en movimiento y respirando mientras escucháis,
y mientras lo hacéis continuad escuchando vuestras propias sensaciones corporales.
Permitid que vuestros procesos internos fluyan en vosotros. Notad como lo que la
otra persona os comunica influye en vuestro interior.
En la escuela nos enseñaron que la atención fija es el único tipo de atención y que
se debía estar inmóvil con los ojos fijos en el profesor. Sin embargo, a menudo,
esta no es la mejor forma de absorber información.
Y esto es especialmente cierto para la mayoría de los niños
 de menos de siete años,
para los cuales es imposible pensar sin moverse y vocalizar.
Tuve un estudiante que de vez en cuando parecía cautivado
por lo que estaba diciendo;
 me miraba con una fascinación extrema. Era más bien desconcertante.
Finalmente le pregunté que sucedía en esos momentos,
mirando atrás se dio cuenta
de que en esos momentos estaba totalmente ausente y
no escuchaba absolutamente nada. Durante años,
en la escuela había aprendido, para evitar castigo, a fingir atención mientras
soñaba con los ojos abiertos. Pienso que esto nos ha
sucedido a muchos de nosotros.
Lo que muchas veces llamamos escucha atenta, no es más que una fachada.
He encontrado muchos beneficios estando centrado
en mis procesos internos mientras escucho.
 Tengo mucha más energía y curiosidad acerca de lo que me cuentan,
noto de una forma mucho más rápida cuando existe una dicotomía
entre las palabras y las acciones de la persona que me habla.
Todas las prácticas relativas a escuchar con el cuerpo, de hablar con el cuerpo o
relacionarse con el cuerpo llevan a la misma dirección: estar plenamente y
consciente con uno mismo y al mismo tiempo con los otros.
S. Aposhyan

del libro Inteligencia natural


15/7/14

Percibir




Percibir no es representar, sino acceder al mundo, al ser; es la condición de
efectividad de toda relación del Ser y del mundo, ya que no poseemos otra verdad que la que la percepción nos proporciona. Podemos entender la percepción como un juego de espejos: ver al mundo como algo dado en la percepción y viceversa. Es un acontecimiento intracarnal y no una acción subjetiva. “No somos nosotros quienes percibimos, es la cosa la que se percibe ahí”
Antes que abarcar el mundo con el pensamiento, lo hago con mi sensibilidad,
con mi corporalidad. Tocar no es un acceso exterior a la cosa, es más bien, una
manera de introducirse a ella. Estoy en con-tacto con el mundo.
Hay dos hojas intercaladas: la de mi cuerpo y la del mundo. Toco las cosas y al tocarlas, me tocan.
Mi cuerpo modelo de las cosas y las cosas modelo de mi cuerpo: el cuerpo atado por todas partes al mundo, pegado a él; todo eso significa: el mundo, la carne, no como hecho o suma de hechos, sino como lugar de una inscripción de verdad.
El cuerpo es aquello que tengo para ir al corazón de las cosas; me convierto en mundo y las convierto a ellas en carne. Nadie mejor que el cuerpo puede llevarnos a las cosas mismas. La cosa: ser de dimensiones, como mi cuerpo; inaccesibles a un sujeto que las domine desde lo alto. Hablar de la Carne no es algo así como hablar de una antropología, no se trata de describir un mundo que está tapizado con nuestras proyecciones; se quiere decir más bien que el ser-carnal es “prototipo del Ser.”
La Carne es propiedad física tanto de mi cuerpo como de las cosas; por ello me coloco entre las cosas que toco y en cierto sentido me convierto en una de ellas: en un ser tangible-tangente; por este cruce me inscribo en el mismo mapa de las cosas: formo parte de la geografía del mundo; me incorporo a su universo. Cosas y cuerpo: ambos sistemas aplicados uno a otro “como las dos mitades de una naranja.”
Decir que nuestro cuerpo es carne es darle el verdadero estatuto mundanal que debe tener. Ser carnal es ser terrenal y mirar sólo las cosas del mundo, es también cebarse en el dolor. Cuerpo que sufre cuando su carne está herida. Dejo de ser masa de órganos y maquinaria ósea, soy superficie que envuelve la piel, rojo vivo que duele.


MERLEAU-PONTY, Maurice.
Lo visible y lo invisible
. Seix Barral. Barcelona, 1970, p. 164.
Ibid, p. 170.
Ibid, p. 167.